martes, 26 de febrero de 2008

Las interminables postergaciones: Wilfrid


"Usté disculpe la tardanza, pero es que no son enchiladas, son mantarrayas."


Partir el plazo fijado en mitades una tras otra hasta el infinito, con la idea de negar la incómoda intención de colocar videos de delfines retozando. Sacar una palabra de aquí, otra de allá y es que no es cosa de muchas explicaciones: los delfines realizan movimientos recreativos llenos de gracia en algún acuario, y la gente los filma.

Las mantarrayas (Manta birostris) son de mi agrado. No tienen una parafernalia de trucos; simplemente se deslizan cual gigantescos papalotes acuáticos y al igual que los delfines y las ballenas efectúan saltitos hacia la superficie. Pero, ¿qué las motiva a desplegar sus enormes aletas pectorales fuera del agua?

Esta pregunta aparecía una y otra vez con sus cuatro mil nueve variantes. Me perseguía día y noche; cuando soñaba, veía mantarrayas sollozantes cuyas hendiduras branquiales producían sonidos similares al llanto humano.

Transcurrido algún tiempo, la iluminación posó sobre mi entendimiento mientras la ventana de navegación internáutica del yútub resplandecía: la hipótesis de que las mantarrayas precisaban surcar los aires en lugar del mar, se hacía patente y demandaba acción. Rápidamente me comuniqué con un nutrido grupo de colegas científicos (llámese tráfico de influencias) enterándolos de mi tesis inicial de las Mantarrayas Aerodinámicas, y de la urgencia de obtener un embrión de mantarraya, valiéndome tanto de mis conocimientos, como de mi prestigio científico.

Por alguna extraña razón nadie quiso apoyar mi experimento, así que decidí vender estupefacientes en cantidades industriales y contactar a estos respetables señores; nobles protectores de la vida marina y que entre muchos otros atributos, aceptaban Visa.

Una vez que el embrión cayó en mi poder, modifiqué el sistema respiratorio sin demora, y aprovechando la ocasión, también el color. La adapté para la convivencia, y su nuevo medio aéreo. Luego, la saqué a pasear y la grabé para beneplácito de todos mis lectores.

Aquí vemos a Wilfrid antes del despegue:



Y el estreno mundial del video estrella:



¿Qué hago? ¿Libero a Wilfrid, la mantarraya modificada genéticamente?

lunes, 11 de febrero de 2008

Lluvia de ideas

Agua con pH 4, conocida por el vulgo como lluvia ácida. Causante de innumerables daños; una vez esparcida sobre inocentes y despreocupados cueros cabelludos provoca dolorosas despedidas, brotes de acné y desánimo.

Despejando los depósitos grasos faciales y la falta de ilusión, nos quedan las fibras capilares tristes por el desprendimiento forzoso de su fuente vital o generadora. Llegado este momento, sucede una de dos cosas: o se desintegran, o se convierten en postizos.

Postizos, ¿existe algo más desalmado? La gente que compra dichos artefactos son malas personas, porque mantienen el mercado negro del asesinato. No importa si fueron confeccionadas por el maestro Taj Mahal en China, desaprobamos enérgicamente esas prácticas anti-naturales.

En vista de que la mayor parte de los investigadores nacionales centran sus esfuerzos en crear bebidas alcohólicas que no lo son, disolventes de grasa corporal y baba de caracol, presentamos:

LA PRÓTESIS CAPILAR VIVIENTE CRECE-CRECE

La meta principal consiste en mejorar de manera significativa la calidad y duración de vida de las fibras capilares humanas, ajustándose a los estándares éticos proclamados por algún hippie sabio y sucio.

Material y Método

Con espléndidos colores que lastiman el nervio óptico, la primera red (malla) enriquecida con una infusión cerebro corazón:


Según se muestra en el diagrama siguiente, nuestro objeto de estudio, se encuentra rebosante de felicidad en el medio cultivante adecuado. Nótese la amplia sonrisa desplegada ante nuestro azorado microscopio biocular:



Resultados y conclusiones

Aplicada la metodología, podemos observar la proliferación de fibra capilar, léase cuantificación, y la obtención de una gran y meritoria sonrisa (en la prótesis):


Sean felices.